Pilar Richardson


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viernes, 28 de febrero de 2020

El “siempre” y el “nunca”. – Etiqueta de mesa en restaurantes.

Por Pilar Richardson

Salir a comer es un verdadero placer, ya sea en familia, amigos o en pareja. Una salida a un restaurante es un incentivo encantador donde todos aprendemos sobre nuevos alimentos, platos exóticos, espacios desconocidos y propuestas culinarias ilimitadas; toda una experiencia educativa que eleva nuestros sentidos!




















Y aunque en un restaurante alguien más hace todo el trabajo, las reglas básicas de buenos modales son las mismas que en casa.  Aquí algunas otras orientaciones especiales. 

Vistan bien, siempre.

Tomando en cuenta las condiciones climáticas y el tipo de restaurante, lo más normal es vestirse bien. A veces lo impone el propio restaurante, pero como de hecho salir a cenar es un acto social, se va para ser visto, así que hagan el máximo esfuerzo para lucir bien vestidos y lo más pulidos posible. Se puede lucir chic si se deja a un lado las excentricidades. 

Sigan estos pasos, siempre.

Si se tiene invitados, los anfitriones deben llegar primero para recibirlos. El mesero los precede y los acomoda en la mesa. Apenas toman asiento, colóquense la servilleta y procedan a ordenar organizadamente.  Los invitados ordenan primero y los anfitriones deben garantizar que sus invitados estén bien atendidos durante toda la noche.  Una vez que lleguen la comida, no hay necesidad de apresurarse al comer, mantengan y vayan al ritmo de los demás. 

Silbar o chasquear los dedos para llamar al mesero   -ni a nadie-, nunca.

El personal debe ser tratado con respeto, discreción y dignidad. Recuerden la regla de oro: “trato a los demás como quiero que me traten”.  Una manera agradable es levantando la mano levemente y haciéndole una seña. Asimismo, es mejor dirigirse como ”mesero” o “mesera” en vez de “muchacho” o “señorita”.

Las llaves, el bolso y el celular, fuera de la mesa, siempre.

Si no es comida, vajilla o cubiertos, todo lo demás, queda fuera de la mesa.  Coloquen el celular fuera de alcance para evitar tentaciones. Si es muy urgente, discúlpense anunciando que se trata de una llamada inaplazable. ¡Se supone que no fuimos al restaurante para esperar llamadas!

Fotografías a cada plato, nunca.

Tomar fotos a cada plato es una tendencia y una tentación, como si fuera primera vez que llegamos a un restaurante. Excepcionalmente, tomen fotos a un plato exótico o que llame la atención, pero rápida y moderadamente para no distraer en otras mesas.

Elige y prueba el vino el anfitrión o la anfitriona, siempre.

Elegir, ordenar y probar el vino es prerrogativa del anfitrión o anfitriona, independientemente del género.  Si es la anfitriona quien eligió y ordenó el vino, es ella quien también lo prueba. Con gracia pero también con firmeza pueden subsanar la situación con los meseros equivocados.

Un mal vino se acepta o rechaza, siempre. 

En presencia del sumiller o el mesero, el anfitrión o anfitriona puede aceptar o rechazar un vino defectuoso. Amablemente, pídanle al mesero que el mismo lo pruebe antes de servir el resto de las copas con un mal vino. Un anfitrión no debe aprovechar la situación para mostrar sus amplias dotes sobre el manejo del vino. 

Devolver los alimentos sin motivo, nunca.

Sólo se envía comida de vuelta a la cocina si algo realmente no ha sido refrigerado adecuadamente o algún alimento esté en mal estado.  Es aconsejable que si uno de los presentes tuviera una restricción médica o dieta especial, informe al mesero desde un inicio.

Accidentes ocurren siempre.

Si se cayó uno de los cubiertos, se encontró un objeto extraño en la comida, se derramó el vino u otro accidente que no sea de su dominio, llamen al mesero e infórmenle discretamente al oído. Un buen restaurante está preparado para resolver este tipo de situaciones. 



Acaparar la conversación, nunca.

Igualmente que en una comida en casa, para qué desgastarnos hablando de temas candentes cuando hay infinidad de otros inofensivos: arte, cine, música, viajes, deportes, vacaciones, etc.  

En un lugar público, los problemas personales y malentendidos no deben discutirse.  

Lleven una buena conversación a la mesa, en forma civilizada, tomando turnos, escuchando y con la mente abierta.  ¡Las “meteduras de pata” en una conversación sólo ocurren cuando alguien habla demasiado! 

Si retiran el plato no se enfaden, nunca.

Algunos restaurantes entrenan a su personal para que recojan los platos tan pronto el comensal haya terminado, aún cuando los demás continúen comiendo. ¡Qué manía!  Si se ven frente a esta situación, pídanle al camarero con la mayor educación que espere a que los demás terminen. 

Un toque de cortesía, siempre.

Aquellos que nos sirven, abren la puerta, ayudan con la silla, cuelgan el abrigo, toman las órdenes, alcanzan los platos y cuya tarea no es fácil, deben ser reconocidos con cortesías simples. 

Una sonrisa, un gracias y una propina –sin muchos comentarios y con discreción-, son un regalo especial. 

Como ven, la única diferencia es que en un restaurante se escoge el menú. El secreto es simplemente actuar con soltura, enfocar en la ocasión y ser tan cortés como si uno estuviera en casa. Recuerden sus modales en la mesa, y ¡que sea una noche para recordar!


Señora Etiqueta:  
¡Nada de formalidades! Tener buenos modales en la mesa no se basa en cómo agarrar un cubierto, sino que exista armonía y placer y que todos los que te rodean se sientan cómodos, disfruten de  tu compañía y la busquen.












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