Hace algunos años escribí un blog aquí sobre las conversaciones controversiales, aquellas que ya conocen de memoria y el desgaste inservible al que nos lleva toda vez que discutimos: religión, política o sexo. Pues ahora debemos añadir una más, ¡de vacunas!
Todavía encontramos – aunque el número se reduce cada vez más- a dos grupos, los que dudan y los que niegan vacunarse con diferentes argumentos, salud, religión, política o desinformación.
Hablar de la vacunación puede ser realmente difícil; toca valores sólidos, como protección y responsabilidad social pero además el respeto por la ciencia. Debemos ser conscientes de cómo nuestras palabras pueden afectar los sentimientos de otras personas, sólo por una diferencia de opinión. Tratar de cambiar o convencer a las personas especialmente a aquellas con ideas fijas anti-vacunación que no ceden, es un desgaste!
Durante una conversación, lo único que podemos hacer es mostrar humildad y respeto. No podemos controlar a las personas ni obligar a nadie; el no querer vacunarse es prerrogativa propia. Por tanto, dirijan su atención hacia su propio comportamiento y lo que sí pueden controlar.
Y lo que siempre digo: “Cuando no sabes qué decir y por qué decir algo, simplemente es mejor no decir. ¡No se pierdan ese momento para callar! "
O como dice esa vieja cita: “Es mejor estar callado y parecer tonto que abrir la boca y disipar dudas”.
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